lunes, 31 de diciembre de 2012

Receta para la crisis (por Frank Capra)


expresar emociones

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En la medida que hemos aprendido a estar atento en todo aquello en que nos interrelacionamos, vamos descubriendo como se manifiestan las emociones, como estas surgen y dan paso a los sentimientos, en donde muchos de ellos permanecen por mucho tiempo y pueden dar resultados que nos favorecen o perjudican.

Ya hemos aprendido a cultivarlas, manejarlas de tal forma que nos proporcionen resultados favorables en nuestro crecimiento, paso por esta vida, nos generan resultados que nos permiten determinar en donde nos equivocamos, en donde están nuestras debilidades e invitan a tomar las acciones necesarias para corregirlos, transformarlos de tal manera que nos favorezcan, que podamos manejar eficientemente.

La emoción es una respuesta inmediata del organismo que le informa del grado de habilidad de un estímulo o situación. Si la situación le parece favorecer su supervivencia, experimenta una emoción positiva (alegría, satisfacción, deseo, paz, etc.) y sino, experimenta una emoción negativa (tristeza, desilusión, pena, angustia, etc.). De esta forma, los organismos vivos disponen del mecanismo de la emoción para orientarse, a modo de brújula, en cada situación, buscando aquellas situaciones que son favorables a su supervivencia (son las que producen emociones positivas) y alejándoles de las negativas para su supervivencia (que producen emociones negativas).
No olvidemos, que las emociones están revestidas, dinamizadas por estímulos que pueden ser externos e internos, que dan paso a una energía que les permite expresarse, manifestarse, de acuerdo a su intensidad, que requiere sabérsele manejar, controlar adecuadamente a fin de no desperdiciarla.

Se debe estar atento al expresar las emociones y como se ha comentado, es necesario mantener un buen equilibrio entre la razón y la emoción. Para ello, se requiere:

1) aprender a escucharse. Es decir, se indica, que se debe ser capaz de identificar lo que se siente y saber reconocerlo. Es importante analizar, averiguar, lo que se quiere, como nos comportamos, que nos produce temor, alegría, tristeza, etc.

2)Debemos saber aceptar nuestros sentimientos. Comprender su esencia, entender su alcance, repercusiones. Evaluar lo que ha dado paso a su manifestación.

3)Saber manejar adecuadamente nuestras emociones. Con ello se indica, que una vez conocidos los sentimientos, identificados, analizados se le puede dar salida y avalados por la razón que le permite controlarlos. Buscar la mejor forma de expresarlos, de lograr lo que deseamos, de saber manejar adecuadamente su energía, sus efectos.

4)Una vez identificadolos sentimientos saberlos canalizar, controlarlos, guiarlos a fin de favorecer sus resultados, no permitir que estos sentimientos se manifiesten impulsivamente

5)Respetar los sentimientos, emociones de las otras persona, determinando su alcance, repercusionesa fin de obtener resultados favorables.

Concretamente, es importante considerar que las emociones son una fuente importante de información acerca de nosotros mismos. A veces aparecen determinadas emociones tras un suceso concreto. Por ejemplo, sentirse triste tras una pérdida o sentirse feliz al conseguir algo que deseábamos. En otras ocasiones, las emociones aparecen al recordar algo del pasado o incluso al imaginar determinados acontecimientos.

En vez de ignorar o exagerar las emociones, es preferible aceptar que están ahí, pensar sobre ellas y aprender de ellas y de lo que nos dicen acerca de nosotros mismos. Por ejemplo, si observas tus emociones podrías darte cuenta de que con frecuencia estás sintiendo resentimiento, o que respondes a menudo con lágrimas o con autodesprecio ante los sucesos de la vida.

Cuando sientas algo, puedes hacerte las siguientes preguntas:

¿Qué es lo que estoy sintiendo exactamente?" Es importante ponerle a cada emoción el nombre adecuado.

¿Qué me está diciendo este sentimiento acerca de la situación?"

¿De dónde ha surgido este sentimiento?"

Considere lo que se indica, que las emociones también están relacionados con nuestro comportamiento. Si no se está seguro de lo que sientes, hay que observar nuestro comportamiento. Por ejemplo, si se hablas con sarcasmo a un amigo o se le da "bromas" pesadas, es posible que se esté sintiendo resentimiento hacia esa persona, sin acabar de reconocerlo. Una vez que se reconozcas lo que se siente, serás podrá entender y expresar el problema que se tiene con el amigo.

A cada estado de nuestro organismo le corresponde una emoción, que es más positiva cuando se trata de un estado más saludable, más orientado hacia la vida y es más negativa cuando nuestro estado se acerca más a la enfermedad y la muerte. Pero, como todo proceso de medida, las emociones están sujetas a errores que acaban perjudicando al organismo

Escrito por: Carlos Mora Vanegas
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jueves, 13 de diciembre de 2012

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sábado, 1 de diciembre de 2012

suicidio, acoso psicológico, bullying

Feas palabras que implican realidades dolorosas. Un suicidio es doloroso en sí mismo, realidad que crece cada vez más en momentos de crisis personales y emocionales o económicas y sociales. Son realidades hirientes las que lo provocan. Suicidios ante desalojos por no pago de deudas hipotecarias y frente a medidas bancarias que obedecen a causas de más atrás. Suicidios por un futuro arrasado debido a medidas económicas en España, Grecia, Italia y en otros países, nos han conmovido últimamente. Por el mismo acto pero también por los motivos que han llevado a tomar una decisión absoluta.

No caben, entonces, condenas morales o religiosas contra la persona que acabó con su vida. Si hubiera que responsabilizar a alguien, debería ser a aquellos, organismos internacionales o gobiernos, que no tomaron decisiones efectivas, de cualquier orden, pensando en la gente. En los países mencionados, las personas que han optado por el suicidio últimamente han sido adultas, desesperadas por situaciones que se podrían haber evitado, aunque ello hubiera requerido medidas opuestas a las que imponen organismos internacionales y políticas o acciones gubernamentales. Pero cuando se suicida una persona en edad adolescente, duele más. Y cuando las causas no son directamente económicas ni afectan a un país entero sino que vienen de comportamientos juveniles violentos, otras realidades nos abofetean.

Mónica Jaramillo tenía 15 años, hija de una pareja lojana de inmigrantes en España. Era gordita, tímida, no le interesaba la ropa de marca ni se maquillaba. Era "diferente", dijo el padre. Eso no resistían sus compañeras de aula en Ciudad Real, cercana a Madrid. Y ella no pudo resistir ya el acoso, que es también rechazo. "La violencia escolar forma parte del catálogo de horrores predecibles", decía en el primer párrafo de un libro de Lengua, que enseñó a su madre, advirtiéndole "esto me pasa a mí". No se actuó a tiempo. La diferencia se paga cara o cuesta la vida. Es que era hija de inmigrantes en una sociedad que, como otras, refleja sus demonios en la mediocridad y el egoísmo de la mayoría de sus adolescentes, que son también reflejo de otras y dolorosas realidades sociales. Esa violencia escolar es hoy conocida como bullying, acoso no ya únicamente sexual por profesores o compañeros varones a una niña, sino acoso psicológico por chicos y chicas de la misma edad, que arrincona a la víctima hasta dejarla sin salida. Antes fue Cristina Cuesta, que en 2005, cuando se suicidó, tenía 16 años; en 2004, Jokin Ceberio, de 14 años, caso que también sigue la justicia española.

Los profesores del colegio de Mónica no actuaron. Por miedo, comodidad o prejuicios. No importa. Permitieron que pasara otro suicidio de una lista engrosada con la indiferencia, que se vuelve complicidad. Es allá, aquí, en todas partes. Entonces, ¿qué sociedades dejamos que se consoliden? ¿Qué sociedades, cuando la violencia y el acoso no solo se dan en las relaciones interpersonales sino que también vienen de las altas esferas de instancias sociales, políticas, económicas? ¿Qué hacemos?




Autor: Alexandra Ayala - Ciudad Quito

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